No imagino mi mundo sin ellas. Me es tan difícil como imaginar mi vida sin dolor. Fue hace mucho tiempo cuando todo comenzó. ¿Quizás éramos demasiado inmaduras para comprender que todo lo que hacíamos no eran más que acciones guiadas por los impulsos de la adolescencia? ¿Y que aquello nos pasaría factura? A pesar de ello las heridas nos unieron y juntas conseguimos cicatrizarlas. Pero las cicatrices no desaparecen y al observarlas puedo recordar todo tan intenso como si lo estuviera viviendo.
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